Era invierno y el viento no dejaba de soplar. Era el momento de dejar todo de lado y mostrarme como era. Cuantas veces habré dado lo suficiente a mi alrededor para nada y sin embargo imponía en mi ser la liberación que estaba por llegar.
Estábamos celebrando como si el tiempo se hubiera detenido en nuestros momentos más felices; como si nada te impidiera ser tan bella, de tal modo que dejábas a todos perplejos y agradecidos por existir. Me daba escalofrío la brisa que pasaba a tu alrededor; te hacía inalcanzable. De repente el viento dejo de soplar y solo se sentía el frió que rajaba la calidéz de tu sonrisa. Se imponía entre nosotros y nos mostraba lo que sería si todo acabáse allí, justo cuando estába presenciando el milagro de verte reír. Como siempre, no me asusté; supe inmediatamente que el viento volvería a soplar, nos encontraríamos de nuevo en nuestro mundo ideal y esa sensación de que fueras inalcanzable caería y se haría añicos en la realidad. Porque? Porque eras mía. Nadie me había dado aquel titulo, pero vos un día, cuando aceptaste dejarme formar parte de tu pequeño mundo, con tus tobogánes que daban a jardines secretos, me autoproclamé Emperador de tu corazón. Tenia mi ejército preparado para cualquier batalla. No iba a abandonar aquella posición por nada en el universo.
Tuve que lidiar con otros guerreros, que querían formar parte de tu mundo también y destronarme. Pero a razón de perseverancia y decisión me limité a convencerte de tu perfecta decisión. Ojo! Vos también tenias tu ejército, y también luchaste contra mi en su momento, pero afortunadamente no hubieron heridos y terminamos acordando estar juntos no solo aquel invierno, sino todos los que vinieran.
Te soñé tal cual ese día estábas. Ya eras parte de mis sueños; eras la sensación de plenitud hecha señorita. Tu forma de caminar delicada y como lentamente te arreglábas para que te gustará un poquito más aún. Sabías que el tiempo era nuestro verdugo, y por eso rompiste todos los relojes que tenías y tenía. Solamente pusiste un calendario, con todos los días que pasaríamos juntos (era eterno).
Este invierno, este frió, la representación real de la ausencia de vos me hizo feliz una vez más; porque sabía que a pesar de que todo algún día terminára siendo solo tristeza y desolación, yo tendría a mi lado a la señorita más bonita de todas, con su ejército, con sus mal humores y ganas de bailar. Porque ponerse a pensar en lo malo cuando todo lo bueno se encierra en esa sola presencia pequeña a tu lado? Pesimistas aquellos que no creen en que la felicidad es una decisión, y luchar por lo que uno quiere no solo vale la pena, sino que hasta es necesario para valorar lo que se nos ha dado, como lo és esta vida.
Mi vida ya no es mía, sino de ella. Mi vida ya no es vida, es eterna felicidad a tu lado.
me gustó mucho, nacho.
ResponderEliminarmuy bien ,me gusto.
ResponderEliminarLeo tu blog desde hace tiempo, sos un genio!
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